Santa Rosa de Lima, conocida como la patrona del Perú y, especialmente, de la Policía Nacional peruana, murió a los 31 años tras batallar contra una tuberculosis, en 1617. Cincuenta años después, su vida virtuosa fue reconocida por el Papa Clemente IX, quien la beatificó en 1668; y luego por el Papa Clemente X, quien la canonizó en 1671. Desde entonces, cada 30 de agosto, los peruanos en el mundo conmemoran la tradicional festividad.
Isabel Flores de Oliva, el nombre de nacimiento de Santa Rosa de Lima, era una mujer que se dedicaba a cuidar a los desposeídos y enfermos, y ayudar a los esclavos durante la época de la colonia. Nació el 20 de abril de 1586 en la capital peruana, y desde muy pequeña manifestó su deseo de ser monja, pero sus padres se lo prohibieron. Más de 400 años después, su religiosidad es admirada a nivel mundial, y desde hace 28 años es el rostro de los billetes de 200 soles (US$54), el de mayor valor en el Perú. No obstante, las autoridades del Banco Central de Reserva han anunciado que dejarán de reproducir a la santa.
Los historiadores peruanos coinciden en que la imagen de Santa Rosa de Lima era venerada incluso estando en vida. Santa Rosita logró acondicionar su vida a sus creencias religiosas, brindando amor y comprensión al prójimo, aunque con mucho sufrimiento. Sus seguidores, hasta la actualidad, le rinden pleitesía por sus duros sacrificios en favor de su fe, como sus ayunos extremos tres veces por semana y sus penitencias físicas por sus pecados y los del mundo.
“El proceso (de canonización de Santa Rosa de Lima) fue relativamente rápido. En el mismo siglo que muere, ya la habían declarado santa. Obviamente, no podemos negar que había cierto interés de la orden dominica y de la Iglesia americana porque era una manera de demostrar que la evangelización daba tan buenos resultados que se tuvo una santa en muy poco tiempo”, explicó el Padre y Dr. Rafael Fernández Hart, rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, en el Perú.
La festividad de Santa Rosa de Lima es una celebración de tradiciones: cada 30 de agosto, las multitudes visitan la casa donde habitó durante su niñez y juventud, en Quives; así como los santuarios y monasterios que llevan su nombre en el mundo. En estos lugares, suele haber un pozo de los deseos en homenaje a la santa donde los fieles dejan sus cartas con sus peticiones y oraciones.