El Inter Miami lo necesitaba cuando estaba atrás en el marcador y la “Pulga” apareció de nuevo
De nuevo hubo obra “divina”. Messi, Messi, Messi… Parece que aún se escucha su nombre, aún para aquellos que ni cerca estuvimos del estadio.
El partido estaba 4-3 al 84’. Al 85’ ya era la locura. Golazo de Leo. Al ángulo. Ni Buffon, ni Zoff, ni Campos, ni Chilavert. Ninguno de los mejores arqueros de la historia lo hubieran podido parar. Con ese gol, el Inter Miami, o mejor dicho, el “Inter Messi” empató el partido, obligó los penales y ganó al FC Dallas tras un partido de locura divina en el Estadio Toyota de Texas.
Él abrió la fiesta y él mismo la terminó. Leo metió el primero de la noche al 6’, pero el Dallas puso resistencia, empató al 37’ con gol de Facundo Quignon, se puso por delante con gol de Bernard Kamungo en el último minuto del primer tiempo.
Sorpresa para Messi, pero nada nuevo para él. Sin embargo, cuando cayó el tercero por medio de otro argentino que anda muy bien, Alan Velasco. Al 63’ la gente preguntaba, ¿dónde está Leo pues?
Y los que aparecieron para ayudar -porque un jugador grande, si no tiene más, hace buenos a otros- Benjamín Cremaschi, un chico de apenas 18 años -argentino, estadounidense- se creció y metió el 3-2 al 65’.
Pero el escenario aún no estaba servido. Aún faltaban dos goles para darle más emoción, a un juego que sin Messi, tal vez no hubiera visto nadie fuera de los aficionados a estos equipos. Pero el juego lo estaba viendo todo el mundo. Bueno, todo el mundo estaba viendo a Messi, hasta parecería que los otros 21 que están en la cancha son meros aficionados, salvo Busquets y Jordi Alba, quienes ya saben lo que puede hacer Leo desde hace mucho años. Bueno, al menos dos jugadores fueron obviamente expuestos.
Robert Taylor primero con el Inter, quien regresó corriendo a todo vapor para demostrarle a Leo que está con él, pero terminó metiendo la pelota a su propio arco. Sin embargo lo más increíble es el autogol del jugador méxicoamericano Marco Farfan. Messi mandó un centro y el defensa cabeceó directo al arco, claro, nadie se va a perder un pase de la “zurda divina”.
El juego estaba 4-3 y de nuevo el rollo de la película empezó a filmar al 84’. Messi se prepara, mira el arco, toma dos segundos y ya sabe donde va, pero nosotros no y es cuando llega ese momento, un espacio de un microsegundo antes del estallido. Todos lo queríamos ver. Todos lo vimos. Un gol tan increíble como la misma cara que puso Leo tras marcar el gol. Él se vio a sí mismo, desde sus zapatos. No quiero ni imaginar lo que es eso. Pero la cara de Messi lo dice todo. Es tan increíble que ni él mismo se la cree.
En los penales siempre va el mejor. Y si el mejor está en la cancha y marcó un gol para empatar el juego casi en el último minuto, él primero va a tomar la pelota si hay que desempatar en penales.
No hace falta ni decir quién falló. Después del primer penal de Messi a nadie le importó quien seguía, todos ya sabíamos quien iba a ganar… el que sigue, Charlotte o Houston.