Un vergonzoso episodio de violencia interrumpió el partido entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla durante la Jornada 10 de la Liga Colombiana. El encuentro, que se celebraba en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, fue suspendido tras violentas peleas entre los aficionados de ambos equipos, convirtiendo las gradas en un verdadero campo de batalla.
Los disturbios estallaron al minuto 56, justo después de que Atlético Nacional anotara un gol que les dio una ventaja de 2-0 sobre el equipo visitante. Este momento de tensión generó un altercado inicial entre los hinchas, que rápidamente se transformó en una confrontación generalizada, especialmente cuando los seguidores locales reaccionaron en defensa propia.
El saldo de esta confrontación fue lamentable: más de 20 hinchas resultaron heridos, incluidos lesiones graves provocadas por armas blancas, y un agente de policía también sufrió graves heridas. Las escenas de caos se hicieron virales en redes sociales, donde se observan a algunos aficionados portando cuchillos y atacando físicamente a otros, mostrando la magnitud de la violencia desatada.
El árbitro se vio obligado a parar el encuentro a los 60 minutos, priorizando la seguridad de los jugadores y aficionados ante la grave situación. Esta decisión fue respaldada por la Policía, que tuvo que intervenir para controlar los disturbios.
La violencia no solo afectó a los hinchas, sino que también tuvo repercusiones para los medios de comunicación. La señal de Win Sports, encargada de la transmisión televisiva del partido, fue interrumpida cuando sus periodistas fueron agredidos durante los disturbios, obligando a la cadena a cortar la emisión.
Este incidente resalta la necesidad urgente de medidas más efectivas para garantizar la seguridad en los eventos deportivos en Colombia. Las autoridades y los clubes deben trabajar juntos para erradicar la violencia en el fútbol, un fenómeno que sigue manchando la imagen del deporte en el país.