El paro campesino, impulsado por mineros artesanales y agricultores, ha paralizado la movilidad en al menos seis departamentos del país, generando caos y un posible desabastecimiento de combustible. Las protestas, que se intensifican, son una respuesta al incumplimiento de compromisos por parte del Gobierno Nacional, que los manifestantes acusan de no atender sus demandas sobre la delimitación de páramos y la frontera agrícola.
Desde hace dos días, las principales vías han sido bloqueadas, causando serias dificultades a miles de ciudadanos y afectando el comercio local. En Bucaramanga, la situación es crítica, con tres puntos de bloqueo que obstaculizan el tránsito hacia diversas regiones. El bloqueo más severo se presenta en la vía hacia el mar, a la altura del municipio de Rionegro, así como en la carretera que conecta con Norte de Santander, particularmente en el páramo de Berlín. Otra obstrucción afecta el tránsito hacia Bogotá, antes de llegar a Zapatoca y San Gil.
gremios de campesinos aseguran que el paro es indefinido
Estas interrupciones han dejado a decenas de personas atrapadas en la terminal de transporte de Bucaramanga, donde la venta de tiquetes ha caído un 70%. Raquel Ramírez, encargada de la venta de pasajes, explica que las rutas alternas están disponibles, pero son considerablemente más largas, extendiendo el viaje entre 9 y 10 horas y aumentando el costo del pasaje hasta en un 200%.
Los viajeros enfrentan la frustración de estar varados durante más de 24 horas, como es el caso de Rosa María Páez, quien espera continuar su viaje hacia Saravena. “No sé cuánto más podré esperar”, lamenta.
El gobernador de Santander, general Juvenal Díaz, reporta que alrededor de 400 personas participan en los bloqueos. La situación es alarmante, ya que el riesgo de desabastecimiento de combustible aumenta en localidades como San Gil, Socorro y Vélez, según advierten los directivos de la Federación de Combustibles. Las estaciones de servicio comienzan a quedarse sin reservas, y si el paro continúa, el impacto podría extenderse a más municipios.
En Boyacá, las protestas cumplen más de 36 horas, con campesinos firmes en su decisión de no levantar el paro hasta que el Gobierno cumpla con sus exigencias. La situación se torna cada vez más compleja, y la presión sobre las autoridades crece, a medida que la ciudadanía pide una solución urgente a esta crisis que afecta a tantas familias y sectores productivos del país.