La región del Catatumbo sigue siendo escenario de una creciente ola de violencia generada por el enfrentamiento entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Farc, grupos armados ilegales que luchan por el control de este estratégico territorio en la frontera colombo-venezolana. Los combates, que se intensificaron desde el domingo 9 de marzo, han dejado a la población civil en un estado de miedo y desolación, mientras las autoridades informan de varios ataques mortales y de los violentos enfrentamientos que ahora involucran el uso de drones explosivos.
Un video de inteligencia militar, obtenido por las Fuerzas Armadas, revela el brutal enfrentamiento entre los dos grupos armados, quienes no solo se enfrentan a balazos, sino que también emplean tecnología de drones cargados con explosivos. En uno de los clips, grabados el martes 11 de marzo, se observa a los combatientes utilizando estos artefactos para atacar a sus enemigos en un enfrentamiento que tuvo lugar en las cercanías de Tibú, un municipio de Norte de Santander. Las imágenes muestran cómo varias personas huyen desesperadas después de la explosión de uno de los drones, un indicio de la violencia sin límites que caracteriza a estos grupos en su disputa por el control de la zona.
El domingo 9 de marzo cerró con una jornada sangrienta que dejó al menos ocho personas muertas en diferentes puntos del Catatumbo, una región que en los últimos años se ha convertido en un punto caliente de confrontación entre grupos armados ilegales. El municipio de Tibú ha sido uno de los más afectados, especialmente por los constantes ataques armados cerca de zonas urbanas.
Uno de los incidentes más trágicos ocurrió en Ocaña (Norte de Santander), donde un grupo de hombres armados, que llegaron en motocicletas, atacaron a civiles en dos establecimientos comerciales. A las 11:00 p. m., los agresores dispararon a quemarropa, dejando un saldo de cinco muertos y seis heridos. Entre las víctimas fatales se encuentran Said Paredes Torres, José Leonardo Amaya y Yarileiny Lidueña Téllez, quienes fueron asesinados fuera de una tienda. Mientras tanto, Ángel María Cárdenas y Javier Cárdenas Rincón perdieron la vida en el interior de un bar cercano.
El ataque desató pánico en la comunidad local y renovó las alarmas sobre la creciente inseguridad en la región, que ya venía siendo golpeada por la presencia de estos grupos armados ilegales. Las víctimas fueron trasladadas a hospitales locales, y las autoridades intentan esclarecer las circunstancias detrás de este brutal acto.
Más actos de violencia en la región
La violencia también se extendió a otras áreas de la región. A primeras horas de la noche del domingo, se registraron más asesinatos. En El Tarra y el corregimiento de La Gabarra, en Tibú, fueron encontrados dos hombres muertos, víctimas de ataques a mano armada. En El Tarra, el cuerpo de José Luis Torres fue hallado en una zona boscosa, y según versiones preliminares, fue interceptado por miembros del ELN. En La Gabarra, un hombre fue asesinado mientras jugaba billar en un establecimiento comercial; los atacantes ingresaron al lugar y dispararon sin piedad antes de huir.
La inseguridad no solo afecta a los civiles. En Convención, otro municipio de Norte de Santander, dos hombres fueron atacados en una zona rural, dejando como resultado la muerte de uno de ellos, identificado como Jesús Darío Manosalva Mejía, mientras que el otro sobrevivió y fue trasladado al hospital.
Un futuro incierto para la región
La situación en el Catatumbo se está volviendo cada vez más insostenible. Los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias de las Farc no solo han intensificado la violencia en la región, sino que también están afectando gravemente a la población civil, que vive bajo la constante amenaza de ataques armados. Los informes sobre el uso de drones explosivos por parte de los grupos ilegales reflejan la creciente militarización del conflicto y la escalofriante violencia que se vive en esta zona.
Las autoridades continúan con las investigaciones para dar con los responsables de estos crímenes, mientras la comunidad local permanece aterrada ante la posibilidad de nuevos ataques. La situación parece empeorar, dejando en el aire un futuro incierto para los habitantes del Catatumbo, una región atrapada en medio de la guerra y la lucha por el poder entre estos grupos armados.