En menos de una semana, dos parroquias en Cali han sido escenario de actos violentos que han estremecido a la comunidad religiosa local. El más reciente incidente tuvo lugar el 19 de julio en la iglesia San Joaquín, ubicada en el barrio Mariano Ramos, en el suroriente de la ciudad.
Según reportes de testigos, un hombre armado ingresó abruptamente al templo mientras los fieles se encontraban en oración. En un acto de violencia y usando un arma de fuego, el sujeto despojó a uno de los feligreses de sus pertenencias, incluyendo un anillo y un teléfono celular. La situación causó tal pánico entre los presentes que una mujer, atemorizada, optó por salir precipitadamente de la parroquia para resguardar su seguridad.
Este incidente se suma a otro ocurrido apenas días antes, el 15 de julio, en la iglesia San Juan Pablo II del barrio Valle del Lili. En aquella ocasión, una mujer armada con un silenciador disparó seis veces contra Erasmo Trujillo, ex policía vinculado anteriormente con actividades delictivas. El ataque, perpetrado en pleno servicio religioso, generó consternación entre los asistentes y resaltó la creciente preocupación por la seguridad en estos espacios sagrados.
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La Policía Metropolitana de Cali ha iniciado investigaciones sobre ambos incidentes, aunque se enfrentan al reto de la falta de denuncias formales por parte de las víctimas. Autoridades locales han exhortado a la comunidad a reportar cualquier actividad sospechosa y a colaborar con las investigaciones para capturar a los responsables y llevarlos ante la justicia.
Estos recientes sucesos han puesto de relieve la vulnerabilidad de los espacios religiosos frente a la delincuencia, llamando a la reflexión sobre la necesidad de implementar medidas adicionales de seguridad para proteger a los fieles durante sus prácticas de fe.