En Colombia, un fenómeno social y económico está marcando la pauta en las últimas cifras demográficas: los jóvenes han decidido posponer o incluso renunciar a la maternidad y paternidad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el país registró 445.011 nacimientos en 2024, lo que representa una caída del 13,75 % respecto a 2023, y un descenso del 32,7 % en comparación con 2015, la cifra más baja reportada en la última década.
Este descenso en la tasa de natalidad refleja un cambio profundo en los patrones sociales y económicos que atraviesa la nación, impactando las dinámicas familiares y el futuro de las estructuras productivas del país. Las autoridades han destacado que esta tendencia viene descendiendo desde 2018, con la cifra de nacimientos de 2024 alcanzando su punto más bajo en años.
Los factores detrás de la caída de nacimientos
El fenómeno no solo está vinculado a las decisiones individuales de las parejas, sino que responde a factores más amplios, como la economía, la educación y la transformación de los roles de género. La demora en la maternidad se ha convertido en una tendencia creciente, particularmente entre las mujeres, quienes han optado por postergar la maternidad hasta concluir sus estudios, alcanzar estabilidad económica o establecerse profesionalmente.
Juan Andrés Castro, director del Área de Demografía de la Universidad Externado, destacó en Mañanas Blu que esta tendencia refleja una transición demográfica que está acelerando el envejecimiento de la población. Según Castro, “vamos hacia una sociedad que envejece de una manera muy acelerada”, lo que plantea enormes retos a nivel económico, en el sistema de salud y en las dinámicas sociales. “No estamos preparados como sociedad para una economía centrada en una población envejecida”, alertó.
Este fenómeno tiene implicaciones que se extienden más allá de la disminución de nacimientos. A medida que los jóvenes deciden no tener hijos o retrasan esa decisión, la población activa se reducirá, lo que afectará las dinámicas productivas del país. “Habrá menos personas en el mercado potencial de producción, lo que cambiará la dinámica productiva y las posibilidades de desarrollo, impactando los modelos actuales de crecimiento y desarrollo pensados para una sociedad más joven”, advirtió Castro.
Además, la reducción de la tasa de natalidad también genera una reconfiguración en los servicios públicos, como la educación. En 2024, el país experimentó múltiples cierres de colegios, una consecuencia directa de la caída de la fecundidad y la menor demanda de servicios educativos. A mediano y largo plazo, el impacto de este cambio será más pronunciado en sectores como la salud, los servicios sociales y la economía en general.
Envejecimiento de la población y sus impactos regionales
El envejecimiento poblacional no es homogéneo en todo el país. Bogotá y las regiones del Eje Cafetero están viendo un envejecimiento más pronunciado y acelerado. Estas zonas ya han comenzado a adaptar sus servicios a esta nueva realidad, como el aumento de los servicios geriátricos, que han sustituido en parte los servicios pediátricos, dado el cambio en las necesidades de la población.
Por otro lado, regiones como la Amazonía, la Orinoquía y la Guajira presentan una menor tasa de envejecimiento. Estas áreas tienen un tiempo adicional para adaptarse a los cambios demográficos, aunque los efectos no tardarán en llegar.
Uno de los aspectos más relevantes de este fenómeno es la decisión de las mujeres, quienes, al tener más control sobre sus cuerpos y sus decisiones reproductivas, han optado por postergar la maternidad. Este es un avance significativo en términos de derechos sexuales y reproductivos, según especialistas. Sin embargo, esta ganancia de libertad también conlleva desafíos sociales, como el desequilibrio entre el envejecimiento de la población y la disminución de nacimientos.
En conclusión, la caída en la tasa de natalidad en Colombia no solo refleja cambios en las decisiones individuales, sino que también plantea retos importantes a nivel social y económico. El país enfrenta una transición demográfica que, si no se aborda adecuadamente, podría tener consecuencias profundas para su desarrollo a largo plazo.